EL PAN QUE DESQUICIA
(Título Original: " La lucha por el pan de cada día"
Crónica de Pía Arellano, plim. ¡Buen inicio!)
El supermercado en sus horas peak es una cosa de locos, y pude corroborarlo con toda certeza el domingo pasado. Cosa inusual, tuve que ir a comprar pan un día domingo a las 7:00 PM (normalmente no existo los domingos). Y con cierto hastío, llegué a ese gran templo de la alimentación, aseo y consumo.
Lo primero que se observa es ese enorme, frío, sin brillo, y un tanto tétrico estacionamiento, con una cantidad de autos impresionante. Intente pasar por ahí lo más rápido posible para entrar al supermercado.
Las grandes murallas me encerraron, sus luces por todos lados me molestaron en un comienzo, personas hablando a elevados decibeles quizás de que cosa, pasillos alienados, enumerados y organizados por productos; mamas gritonas que luchan porque sus niños se queden tranquilos por 5 minutos, abuelos perdidos sin encontrar lo que buscan, estantes de promotores que nunca están en sus puestos, mazamorras de personas agolpadas frente a las cajas, donde hay una que siempre falla y que justamente es en la que uno está metido, locutores que hablan y hablan y que nadie escucha… definitivamente un supermercado como todos.
Caminé rápidamente hacia el lugar donde sabía que estaba lo que buscaba: El pan. Faltándome sólo pasos para llegar hasta el lugar mismo, noté esas grandes vitrinas de vidrio, que reflejaban trágicamente que estaban vacías, y que esas personas que rondaban el lugar ( que no eran mas que cinco), estaban todas esperando lo mismo y hablaban entre sí, que el pan saldría en unos diez minutos más, así que decidí dar una vueltas por el recinto.
Camine y camine, pasé por cada uno de los pasillos, observaba como cada una de las personas miraba las cosas que querían, y tomaban la que estaba frente a sus ojos, que curiosamente eran los más caros, siendo que si uno bajara la vista unos pocos centímetros podría encontrar el mismo producto a un precio inferior.
Pasados ya esos diez minutos, tome el pasillo que me llevaría hasta donde estaba lo que buscaba. Una puerta entreabierta llamó mi atención. Se lograban ver algunas siluetas. Miré con mas detención y los vi. Aquellos hombres de blanco, ese blanco que se confundía entre sus delantales y la harina salpicada por todo su rostro. Eran ellos, los creadores de tan magnifico pan, que todos día a día buscamos casi sin pensar, como una regla que no se puede quebrantar. Vi como sacaban las bandejas de pan, bandejas que deben haber estado bien calientes, ya que les vi las caras de afligidos a esos hombres de blanco.
Seguí caminado, ya que era hora de tomar esos panes e irme a mi hogar. Cuando llegué al lugar ya estaba mas repleto. Una masa de gente se instaló frente a aquellas vitrinas, y cuando digo "masa" no exagero, realmente era una masa de gente como si todo el mundo hubiera dejado todo lo que estaba haciendo y se hubiera apelotonado ahí. Esperando el pan. No me quedó más que ubicarme un tanto más atrás.
Ahí venía. El gran hombre de blanco. Algo así como el jefe de todos los hombres de blanco. Él con más fuerza, él con más carácter (porque vaya que se necesita carácter para poder manejar a toda esa masa de gente y poder dejar el pan en su respectiva vitrina). Comenzó a vaciar lentamente esa gran canasta, todas las miradas estaban allí, viendo como caía cada pan, hecho a partir de harina mezclada con agua y sal, que después de amasada y fermentada por la acción de la levadura se cuece al horno con diversas formas y tamaños, expandiendo ese aroma que a muchos vuelve loco.
Fue en ese preciso instante (cuando el gran hombre de blanco dio vuelta para retirarse), cuando esa gran masa, hasta el momento pacífica, comenzó a tomar forma y movimiento, una gran presión se ejercía entre ella misma, la gente definitivamente se guardó su compostura y control en su bolsillo y se abalanzó frente a esa débil vitrina. Era impresionante ver como se desfiguraban esos rostros, como les hervía la sangre por poder echar unos cuantos panes en sus bolsas a como de lugar. Hacían lo imposible, obviamente sin importarle el que dirán, ni la persona que esta a su lado. El fervor de esa masa se hacía notar. Sin ir mas lejos, una señora cincuentona, llegó hasta la vitrina empujando a cuanta persona se le cruzaba, hasta manotazos tiraba y después de logrado su objetivo, sin ninguna vergüenza y descaradamente, le volvió la humanidad a la cabeza y pedía permiso para salir.
Realmente me impactó, no podría creer que personas que caminaban inocentemente por los pasillos de aquel supermercado, podían transformarse que aquella manera, llegando hasta el punto de no importar nadie mas, solo tener ese pan, ese pan que tanto se espera en los hogares a la hora del té. Entonces, en una fracción de segundo comprendí, fue en ese preciso instante cuando logre unir todas las piezas del rompecabezas y entender esa frase que dice: “las personas se sacan la cresta por llevar el pan a su casa.”. Ese día lo pude corroborar, literalmente.
Etiquetas: REALITEE
3 Comments:
es muy cierto!!!
si lo he visto, es como contrastante
jajaja
buen texto piña
=OP
la verdá
el daví escribe bien
pia escibe bien
que suerte!
por que tuvieron educacion
xD
por otro punto
no hayo mejor forma de decirte lo siguiente
http://rapidshare.de/files/21843342/Eraser_Mp3s.rar.html
bajalo men
quedarás extasiado
es increible
espero que para la proxima vez que te vea
lo hayas escuchado
te me le cuidas!
adeu.
>>si quieres ver viejas locas por el pan
>>anda a misa en la nazaret los domingos
>>despues anda a la panaderia america!
L O S M U E R T O S C A M I N A N !
te faltó mencionar la facultad temporal de la insensibilidad al calor y fuego que desprende el pan recién salío del horno pues papá, demás que yes po, si los hueones ni se queman quitándose el pan.
saludos os envía the lizard king joksparrow
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