DEJAVÚ FORZADO (PARTE 1 DE 3)

- Muy bien, empieza tu historia. ¿Por qué llegaste acá?

-Todo tiene una explicación, doctor. Yo no estoy loco ni mucho menos. De verdad que no podía hacer nada por evitarlo…

- Cuéntame entonces que…

- …o sea, quizás podría haber detenido todo, pero quizás no… ¿se entiende? Dígame por favor si me entiende, doctor…

- …cuénteme los acontecimientos.

- Está bien. aquí voy:

“Me desperté con una sensación desagradable que sabía que tendría. Ya había llegado el día: el 17 de octubre que tanto esperé. Mi paranoia que había cultivado por tantos meses (nueve más o menos) al fin llegaría a su fin, viendo si todo lo que soñé pasaría o no.

No había nadie en mi casa además que yo. Mi familia había partido hace unos días a Concepción. No me había dado cuenta que ellos llegarían después del 17, así que todo lo que se supone que iba a pasar lo iba a tener que enfrentar solo.

“Reconozco que en estos nueve meses he olvidado detalles hasta cruciales de mi sueño. Sólo recuerdo que comería unas galletas Tritón en un lugar que no conocía. Lo demás se ha transformado en algo borroso, que se volverá nítido sólo si ocurre de nuevo. O sea, ocurre. Se entiende.

Salí de mi cama y puse en el equipo algún tema de Gotan Project que me quite de la cabeza mis achaques. No sirvió de nada. Me empeoró incluso.

“Me propuse en la ducha que si empiezan a ocurrir todas las cosas que supuestamente pasarían, yo no haría nada por detenerlas. Mi curiosidad no toleraría el no saber qué pasa después que ajustara mi celular (Sé que no se entendió nada de lo que dije recién. Sinceramente poco sé de cómo hablar en un tiempo algo así como ‘futuro cierto preterito no-condicional’)

“Salí de mi casa dispuesto a empezar mi propio dejavú forzado. Me subí al auto, conecté mi discman y puse un tema de Moby. Se me pasó por la mente todo el rollo que se mostraba en el videoclip…

- ¿Qué tema era?

- Uno que se llama ‘Run On’…

- Te pido que por favor me des todos los nombres de las canciones que escuchaste.

- Ok.

- Perfecto. Prosiga.

“Decía: escuchando ese tema me quedé pensando en el videoclip. En eso me habré demorado un par de minutos. Encendí el motor y partí viendo mi casa por los espejos retrovisores.

En ese instante, se me volvió nítido un detalle del sueño: que en mi casa ocurrirá todo el grosor de mi dejavú forzado. Y todo iba a ser ese día en la noche.

Me acordé además que en mi casa iba a estar llena de amigos míos. Sin dudarlo, los llamé a todos. Iba por la última llamada telefónica cuando llegaba a Talca. Llegué a la casa de mi polola. Me saqué el manos libres de la oreja y bajé del automóvil. Toqué la puerta y me abrió ella. Pasé la mañana con ella y no pasó nada anormal. Empezaba a desilusionarme, pues nada aparecía de mi dejavú. Recordé mi decisión de forzarlo, así que tomé a mi polola del brazo y nos subimos al auto.

“’Donde vamos’ me preguntó. ‘Qué se yo’ le respondí. Ella me miró y reconoció que yo no era el mismo. Mientras conducía, me preguntaba qué podía hacer para iniciar el maldito dejavú. Musitaba chuchadas a los peatones distraídos de la uno sur. Después de un instante lo planeé: iba a ir a comprar las benditas galletas Tritón, pero donde no las haya comprado antes. Dejé el auto andar y llegué al cerro la virgen. Me metí por unos callejones de tierra y llegué a un caserío medio campestre. Me bajé del auto en el primer negocio que vi y me compré las galletas.

- Entiendo todo. Sin embargo, aún no hay nada extraño.

- Lo sé, doctor. Pero le narro esto para que sepa que desde ese instante mi dejavú empezó a hacerse realidad.

[…]

[esta historia continuará]