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abril 14, 2007

PURE, ESCALERAS Y VUELO

III.

Cuando íbamos en la escalera mecánica recordaba lo que había ocurrido momentos antes, y me había dado cuenta de que esto no era real. Cómo era posible, el último trabajo del año que tuve que hacer para mi carrera era ¿¡hacer un puré!? y ¿¡con nota!?.

Mis compañeras Damariz y Carlala estaban en el escenario, como si el trabajo final fuera un show de concursos. Yo volví luego de darme una vuelta por los trabajos otros 'participantes' (eran platos de comida).

-David, ya nos revisaron a nosotros.
-¿Y qué tal?
-Bien. La profe dijo que lo único que no le gustó fue la ortografía de la lámina que hiciste tú.
-¿¿Qué?? ¿Mi ortografía?

Volteé para ver la lámina, que explicaba el trabajo (¡el puré!) y la cosa realmente era horrible. Decidí no hablar mucho de aquello. Vámonos a la cabaña, les dije, y ellas asintieron. Salimos del salón y empezamos a bajar por una escalera mecánica. Íbamos los tres sentados en los peldaños móviles, riendo. Nos bajamos de la escalera, llegando a un descanso mecánico y nos íbamos a subir a otra cuando notamos que estaba mala. Unos tipos sin rostro y de overoles azul marino las pateaban, sacándoles a los peldaños unos cajones metálicos llenos de un líquido que supuse era agua. Damariz estaba a mi lado, mirando asustada. Carlala tenía el ceño fruncido.

-¿Y como salimos de esta? -dijo.
-Habrá que esperar... -respondí, empezando a sospechar algo raro.
-¡Tengo mucha hambre para esperar a estos tipos! -alegó Carlala
-Hey -interrumpí- Aquí hay otra escalera mecánica...

Damariz y Carlala bajaron inmediatamente. Yo me quedé atrás pensando.

Esto no es real. Esto es un sueño. Bueno, si es así, lo comprobaré fehacientemente... Probemos con esos hombres de overol ¿de verdad que no tienen cara?

Me acerqué osadamente a uno de ellos, esquivando los peldaños sueltos y mojados. Le agarré a uno del pescuezo y lo miré. Efectivamente, no tenía rostro.

Entonces, claro. Es un sueño. Ahora que alguien me explique ¿por qué siento que no es un sueño?

En un abrir y cerrar de ojos aparecí en la cabaña a la que me dirigía con mis compañeras. Resultó estar en Lovelvan, lo cual corroboró en cierto aspecto mi teoría. El cielo estaba morado, y en el pequeño comedor había gente de todos mis mundos, tomando once. Abrí la puerta con una llave dorada, la empujo y al verlos comiendo, grito 'provecho!' Recibo un estruendoso 'gracias!' mientras intentaba ver bien cómo cabían tantos en cuatro metros cuadrados (las dimensiones del living de la cabaña) Damariz nos dice a mi y a Carlala que nos prepararía un puré. Yo asentí con la cabeza. Mi padre sale de la mesa hacinada de gente y me saluda con un abrazo.

-¿Cómo te fue, hijo?
- Bien...
-Excelente, cachorro...
-Oye, papá. ¿Te diste cuenta de que esto es un sueño?
-¿Un qué?
-Papá: esto no es real. Tú no existes como tal. Yo te inventé para una historia mía.
-Uuy perdón. Ahora mi hijo creó todo este mundo. Ahora mi hijo es un Dios Todopodero…
-No seas sarcástico. Hablo en serio.
-Yo también hablo en serio. Yo sé que yo soy. Tengo cuarenta y ocho años de anécdotas que lo certifican. Si crees que es un sueño, demostrádmelo.
-¿Por que dices 'demostrádmelo', en vez de ‘demuéstramelo’? Yo siempre digo ese tipo de palabras y no tú. Eso es porque tú saliste de mi mente.
-Yo si uso esas palabras, y varias más que tú también usas. Poco me conoces, hijo.
- ...en eso quizás tienes razón. Sea sueño o no.

Me quedo pegado mirando a mi abuela, madre de mi padre, que toma lentamente su té al lado de mi primo Nacho (que fue el único que me acompañó en la masacre de Lovelvan)...

Espera un poco, espera un poco. ¿Cómo es eso? ¿Recuerdo un sueño anterior? ¿Por qué poseo una lucidez tal que me permite decir que esto no es un sueño? Es como si yo estuviese concientemente aquí. Si es así, ¿que me permite decir que realmente es un sueño? Auch, aún me duele un poco la nuca y mis dientes delanteros son falsos. Además, no hay ningún cuartobé aquí... ¿Acaso es una realidad paralela? Porque si lo de la pelea de Lovelvan fue, y lo recuerdo, entonces esto puede perfectamente ser realidad. Entonces, lo otro sería sueño, y por lo tanto falso. Lo de que fui a una disco que parece que se llamaba Bronco y blablá…

Sin querer perder tiempo, llamo a Nacho, quien sale del grupo que comía en la mesa.

-¿Cómo estas primo? ¿Adolorido?
-¿Cuando peleamos, Nacho?
-Anteayer, pue.
-¿¿Qué??
-¿Por qué? ¿Algo raro? ¿Viste a Candia, acaso?
-No, nada de eso, primo. Tuve una duda, nada más.

Damariz llega con tres platos de puré y nos sentamos en la mesa de centro del living.

-Oye, ¿y Droggo?
-¿Qué Droggo?
-Olvídalo.

Levanté la primera cucharada de puré y me quedé mirándolo. '¿Aquí me gusta el puré?', me pregunté. Lo probé y lo sentí exquisito. '¡Qué chucha!' Me paré y salí a la playa, al lado de la cabaña, donde anteayer había sido la pelea. Me senté en una roca, y me di cuenta que vestía de negro. Luto, me dije. Miraba el sol meterse en el agua, cuando recordé algo que comprobaría todo. Y eso era volar. Sin reparos, volví corriendo a la cabaña, en búsqueda de mi padre. Entré por la cocina, y vi a un cura que nunca jamás había visto en mi vida, leyendo su biblia apoyada en el quemador de la cocina.

-¿¡Y usted que hace aquí, váyase?!
-Te estoy observando. A la iglesia no nos gusta que pienses todo lo que estás pensando y haciendo.
-¡Saque esa Biblia del fuego! ¡Está saliendo mucho humo!
-...El sumo sacerdote me envió a detenerte, hijo. Hay profecías que estás cumpliendo inusitadamente y leyes naturales que estás tirando por la borda. Por eso, la iglesia me mandó a detenerte.
-¿Detenerme de que?
-De violar las normas divinas, como lo estás haciendo. Mira, hay algo que debo conversar contigo: resulta que la ley principal de la vida es que tú eres tú, y solo tú. No hay otro tipo de...
-Señor, lárguese de acá, mire como dejó la cabaña, toda ahumada.

El Cura misterioso guardó silencio, con los ojos fijos en mi.

-…Me voy, pero mi labor no acaba. Y no seré así de pacífico.

El cura salio, arrastrando la tela blanca de su traje y yo le cerré la puerta de un portazo. Entré al living comedor, donde todos aún comían.

-¡Papá! ¡Tengo algo que mostrarte! ¡Vamos afuera! ¡Todos pongan atención!

El viento soplaba fuerte sobre nuestras cabezas. Sobre una roca, Estaba yo, mi padre, mi abuela en silla de ruedas, Damariz y Carlala. En el ventanal del living comedor, podía ver las caras de todos los que estaban en la mesa, mirándome. Cables negros gruesos de alta tensión estaban a escasos metros de mi cabeza. Yo los ignoré.

-Veamos si realmente puedes volar, hijo.

Flexioné mis piernas, esperando recibir energías para saltar y quedar flotando. Damariz se reía, diciéndole a Carlala que ganaría la apuesta que acababan de hacer. Mi abuela me daba ánimos silenciosamente y mi padre miraba de brazos cruzados. Cerré mis ojos y salté. Los abrí, y vi los cables negros a mi lado, cerca. Había saltado más alto de lo normal, pero no alcancé a volar como quería. Todos rieron al verme caer por el precipicio, rebotando en la arena y sacudiéndome la espalda.

Lo intenté una vez más y lo hice. Salté rozando los cables negros que sacaron chispas y amenazaron con electrocutarme. Floté y volé al son de los aplausos de todos. Desde arriba, y moviendo los brazos a lo más Neo de Matrix, vi a Damariz que le daba diez mil pesos a Carlala. Mi abuela me paraba el dedo pulgar, en son de aceptación, y dentro de la cabaña todos celebraban. Mi padre me gritaba que le enseñara, a lo que bajé y le di los pasos correspondientes. Mi padre saltó pero no lo logró, y todos rieron. Entonces lo intentó de nuevo, pero conmigo simultáneamente, y lo logró, pero menos tiempo que yo. Yo seguí flotando y súbitamente grito, sin querer hacerlo yo, es decir, involuntariamente:

-'I'm not the devil, i'm just a guy that can fly like a...'
-...birdo! -me interrumpió mi hermana, con una sonrisa esbozada en su cara, apoyada en la baranda del pequeño balcón que rodeaba el comedor. Andretti estaba tras ella, con una sonrisa que sólo significaba alegría.

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