Hace tiempo que me conseguí una de las películas que más ha marcado mi vida de seudo-cinéfilo, junto con otras joyas como “Cinema Paradiso”, “Elefante”, “The Shining”, “Crimen Ferpecto”, “Clockwork Orange” y otras que si no recuerdo es por mi mala memoria y no porque eran más malas.
Decía: hace tiempo que tengo en mi poder una película que abarca todo lo que creo –de modo muy personal- que debe de tener una película cinco estrellas: una trama que obligue a aguantar las ganas de orinar hasta el final de la película, un guión que tenga una manipulación de tiempos exagerada, pero siempre cuerda, que haga flashbacks repentinos y groseros, pero siempre en pos de arreglar la historia; también un soundtrack muy acorde a la película, con momentos sublimes (en este caso, gracias a Beck); y un director de renombre.
El director del que hablo es el maestro francés Michel Gondry, realizador de diversos videoclips entre los que destaco “Behind”, de Lacquer, “Let Forever Be” y el extraordinario “Star Guitar” de los Chemical Brothers, entre muchos otros. Como nota, es evidente mi fascinación con el trabajo de este director. Por lo que enganché de inmediato con Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind), la película de la que hablo ahora. La arrendé rogando por que Gondry no me fallara, rogando por una película que me otorgue algo distinto y enriquecedor como sus videoclips. Y, de manera maravillosa no me defraudó: Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos es una película que es narrada, -mire el ambicioso plan de Gondry- narrada en gran parte desde la cabeza de Joel Barish (Jim Carey). La película es de una psicodelia enorme. Y no tiene escenas sicodélicas baratas (ni mucho menos una espiral de colores dando vueltas estúpidamente), sino que la película es en sí, una psicodelia. Y definamos psicodelia: Psico = mente, Delia = delirio. Es el delirio mental, la capacidad única del hombre de percibir la realidad y abstraerla, un juego inquietante en el cual la mente captura lo que desea y lo hace importante y otras cosas no. Son muchas cosas juntas. La película en sí transcurre cuando Barish quiere borrar de su mente (gracias a una maravillosa consulta de un doctor, Lacuna Inc. que puede hacer eso) a su ex novia, Clementine (Kate Winslet), que ya había acudido al Dr. Howard Mierzwiak. La historia muestra el proceso que vive Barish para lograrlo, pero desde el interior de su cabeza, donde todo empieza a volverse caótico al empezar a borrar su memoria. Barish se arrepiente de olvidar a Clementine, pues nota que aún la ama y empieza una carrera por intentar evitar el formateo. Todo desde su cerebro. 
La película tiene momentos magistrales, escenas inteligentes, fotografía adecuada, una Kate Winslet sencillamente perfecta y un Jim Carey que, digámoslo, lo hizo bien para ser una película de drama y no de muecas.
Creo sinceramente que es una de las mejorcitas películas que he visto por la ambiciosa propuesta de Gondry, y que la lleva a cabo como él lo sabe hacer.
Grande Gondry. Te doy trillizos. xD
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